sábado, 6 de septiembre de 2008

Escuelas nacionales de arte de la Habana - Cuba

En 1961, Castro y el Che Guevara jugaban al golf en la sede abandonada del Habana Country Club y conversaban sobre cómo podría Cuba invertir en cultura. Poco después, habían delineado un plan de construcción de nuevas escuelas nacionales de arte en ese campo de golf abandonado. La carencia de una clara planificación económica y de una estructura piramidal de decisiones, hizo posible algunos ejemplos de innegable valor estético: el conjunto de las Escuelas Nacionales de Arte, de los arquitectos Ricardo Porro, Vittorio Garatti y Roberto Gottardi (1961-1965), diseñaron las escuelas nacionales de danza contemporánea, artes plásticas, arte dramático, música y ballet, que debían ser cinco pabellones sobre un terreno parquizado. Inicialmente los tres arquitectos contaron con libertad presupuestaria e independencia total en las decisiones de diseño. Fueron ellos los que decidieron la localización de cada unos de los cinco edificios que las componen, y los que decidieron quién entre ellos desarrollaría en detalle cada uno de los edificios (sólo tres se terminaron y fueron usadas parcialmente). El inesperado coste de los edificios y la singularidad de su diseño, provocó numerosas denuncias de derroche económico y debilidad burguesa. Estas denuncias terminaron por debilitar los apoyos que el proyecto tenía y finalmente las escuelas fueron abandonadas sin ni siquiera ser completada su construcción. En 1965 el proyecto quedó detenido. Porro se fue a París y Garatti a Milán. Sólo Gottardi se quedó. En 1991, Gottardi llevó a John Loomis, el historiador de la arquitectura californiano, a ver lo que quedaba de las escuelas. Loomis quedó sorprendido ante el "realismo mágico de la arquitectura y el paisaje". A fines de la década del 90, publicó un libro que rehabilitó la arquitectura revolucionaria cubana (Revolution of forms. Cuba´s forgotten Art Schools). Y cuando Castro lo leyó, criticó a los funcionarios por haber permitido que las escuelas de arte cayeran en tal estado de abandono. En diciembre de 1999 se invitó a los tres arquitectos a regresar a La Habana para terminar el trabajo. La obra avanza, aunque con lentitud. El dinero no abunda, y hoy la prioridad de la ciudad —hoteles turísticos aparte— es la vivienda. De hecho, fue en parte la urgente necesidad de viviendas lo que llevó a detener el proyecto en 1965. Entonces se trasladaba a trabajadores y arquitectos jóvenes por todo el país para construir viviendas de hormigón al estilo soviético. Los resultados fueron desparejos, y muchos de esos edificios hoy deben ser demolidos o reconstruidos.

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